¿Dónde se encuentra el amor?
"Hay una serie de gestos por debajo del radar que transmiten más cariño del que podríamos esperar"
Hay una visión colectiva respecto al amor que nos transporta a ese gran acto. Esa declaración desesperada, ese te amo verbalizado constante, el ramo de flores perfecto o el regalo más caro –entre otros gestos que identificamos socialmente como amor.
Hemos normalizado estas acciones como la base, el patrón a seguir para identificar si alguien siente algo por nosotros, sea del tipo que sea. En esas declaraciones se encuentra afecto, pero no son las únicas. Hay una serie de gestos por debajo del radar que transmiten más cariño del que podríamos esperar. Es muy fácil elaborar una declaración artificiosa que grite a todos los presentes que se ama, que se quiere con locura y pasión, pero nada será más real que aquel que lo demuestra en su cotidianidad.
El amor puede ser que vayan corriendo detrás de ti en el aeropuerto antes de que te vayas in extremis a la otra parte del mundo, claro. Pero el amor también está en esa persona que te acompaña porque no puedes sola o esa que te entrega su tiempo cada tarde aún cansado, recién salido de trabajar o con mil cosas por hacer. El amor se encuentra en esa persona que va a recoger la cartulina que necesitas porque se te olvidó, pese a que podrías hacerlo tú. Se encuentra en esa que se aprende de memoria la letra de tus canciones favoritas, y pese a que no le guste mucho el género, le da una oportunidad nueva cada vez que la anterior termina.
El amor está en esa pregunta corta y concisa de un ¿estás bien?, en la preocupación por si llegaste a casa a salvo o que te acompañen hasta la puerta, pese a ir en dirección contraria. El amor está en que te busquen. En esa amiga que te escucha sin juzgar pese a que sabe que estás tomando una decisión errónea. En esa persona que te acompaña al hospital pese a que lleves días sin dirigirle la palabra, la que te hace la comida o te prepara una tostada y un café caliente porque quiere ahorrarte tiempo y sabe que te gusta.
Está en esa que te acompaña a sitios en los que preferiría no estar. Esa que te recoge una lágrima con cuidado después de una noche de escándalo y desenfreno en la que no estabas pensando. Esa que te escucha contar lo que te preocupa aunque no le vaya a cambiar la vida, solo porque necesitas soltarlo y a ti te molesta. Esa que intenta responderte rápido, aunque le cueste. Esa que te manda una foto de algo que le recordó a ti, incluso aquella que piensa en todo lo que podría interesarte o dedica parte de su tiempo, en este caso, a leerte.
En definitiva, el amor son todos esos pequeños gestos y muchos más. Son esas pequeñas cosas las que marcan la diferencia y no acostumbramos a ver. Esperamos recibir te quieros gritados a pleno pulmón, grandes escenas de cine en las que otro se quita la vida sin pensarlo. Pero eso lo puede hacer cualquiera. Cualquiera puede dar o recibir algo así, pero no cualquiera se molestará en conocerte. No cualquiera prestará atención a tus manías, tus gustos o las pequeñas cosas que pueden hacerte la vida más fácil y más bonita. Querer a alguien es un acto de cariño, comprensión y amor que no todo el mundo puede replicar.
El amor más puro y real es el cauteloso, ese que se desarrolla en silencio. Es tener presente dentro de tu vida a alguien, prestando fundamentos de un valor tan alto –casi imprescindible– como son el tiempo, el espacio, la energía o la memoria.
En mi caso, escribir es un acto de amor. Detrás de cada uno de mis textos se esconde un nombre, con apellidos e identidad propia. Incontables veces he escrito desde el amor, sino siempre. Han sido pocos los privilegiados por el momento, si se lo merecían o no es una cuestión aparte. Pero aunque la mayoría nunca lo supieron, lo sepan, o ni siquiera lo sabrán, en cada una de las palabras que han salido de mis dedos se encuentra una historia, un sentimiento tan fuerte que he necesitado de alguna forma dejar por escrito. Como mensaje, como prueba, como testimonio veraz e infinito de todo aquello que sentí y perdura.
Si algo tengo claro es lo siguiente: no fallemos en ver quién nos quiere solo por no ser capaces de ver o entender el cómo.
Volvamos a aprender
Aprender es una de las cosas que más disfruto hacer. En especial cuando es una cuestión cultural como algo referido a la literatura, las artes, curiosidades, costumbres o algún idioma nuevo. Nunca me lo he cuestionado. Ejercer la curiosidad es un ejercicio que forma parte de mi vida diaria. ¿Cómo no saber? Si mi mente y mi cuerpo anhelan saberlo y senti…
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A lo largo de los años me han dado a entender que ser una persona nostálgica era una mala cualidad. Que vivía en el pasado y me arraigaba a él como una piedra ardiente que quema pero no puedes soltar. Reflexionando acerca de lo importante de la vida, de la pena de marcharse o cumplir un recorrido y ponerle punto final, me fijé en que los recuerdos eran …
Me encanta cuándo nos podemos hacer más suceptibles a recibir esas muestritas chiquitas -pero enormes- de amor que recibimos a diario. A veces vivimos tanto en la vóragine que lo suavecito se nos olvida, como si en lugar de hacernos suaves, nos hacemos fuertes y rigidos. Me encanto! Gracias por la reflexión!
qué bonito por favor!!!🫂me ha encantado